Joan sabía muy bien que no importaba si estaban casados o no; Jake nunca le haría daño. De ahí que, en cierto modo, casarse con el hombre que tenía delante fuera una elección inteligente.
El único defecto era que no podía amar a Jake, pero eso no parecía importarle. Así es, lo único que le importaba a Jake era poseer a Joan. Quería que ella pasara el resto de su vida con él.
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