Pronto pasó una semana. Era el día en que Megan y Jake visitarían Queenston.
El arrebato que pensó que se produciría no se materializó. Se alegró de que Jake no apareciera. Sin embargo, el ocasional malestar en su corazón le recordaba que era una bomba de tiempo. Y aquella mañana la despertó el continuo bocinazo de un vehículo en el piso de abajo.
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