¡Bang! Larry dejó el teléfono de golpe sobre la mesa y se fue. Todo el personal se miró y guardó silencio. Larry se puso junto a la ventana y cerró los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en la piel de las palmas.
—¡Larry! —Caspian jadeó mientras entraba corriendo sin siquiera llamar a la puerta.
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