A veces, Dustin ni siquiera entendía por qué la quería tanto. «¿Es porque es hermosa? ¿Tiene una buena figura? ¿O porque sabe mucho?», se preguntó. No, nada de eso. El amor nunca se podía explicar. Era una sensación reconfortante en la que uno podía sumergirse. Sin embargo, esa misma sensación le causaba dolor. Una expresión severa surgió de repente en el rostro de Dustin cuando explicó:
—Muy bien, Joan, voy a ser franco contigo. No soy el que está detrás de la toma de posesión. Con respecto a quién es el responsable, todavía estamos investigando.
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