Larry no llevaba ningún guardaespaldas, así que tuvo que abrirse paso entre la multitud como un llanero solitario. Se movió a través de ella con mucha dificultad, escuchando las muchas voces que en sus oídos lanzaban la palabra «entrevista». Pero no hizo caso de todo ello, mientras seguía murmurando a nadie en particular:
—Disculpen, estoy pasando.
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