—Vamos, Joan. ¡Dustin es tu amigo y Larry es tu prometido! Ahora tienes dinero y conexiones. ¿Por qué no nos ayudarías?
Joan estaba muy molesta. Nunca había conocido a gente tan insolenta. Se mordió el labio inferior con fuerza, frustrada. Puede que haya perdido la memoria, pero ya podía adivinar que se había visto obligada a ayudar a esos extraños más de una vez.
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