—Sr. Dijon, ¿me está buscando? —dijo Hannah al entrar en el despacho del editor en jefe.
Bob la miró con un brillo de sorpresa en los ojos. Hannah se sintió como si la estuviera escaneando un detector de rayos X. Durante los dos minutos siguientes, Bob siguió observando a Hannah con una mirada intensa, haciéndola sentir cada vez más incómoda. Al ver las gotas de sudor que se formaban en la frente de Hannah, Bob volvió en sí. Tosiendo con torpeza, dijo:
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