La dependienta lanzó algunas miradas sospechosas a Helen y Fabian.
—¿Cómo que si me puedo permitir algo? Solo son dos piezas de ropa —dijo Helen apretando los labios con fastidio. Se dio cuenta de que ese centro comercial era más grande que en el que siempre había comprado. Pero, ¿a cuánto podrían ascender dos blusas?
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