Joan se encontró incapaz de apartar la mirada de Larry, cuyo comportamiento concentrado lo hacía aún más apuesto. Los ojos brillantes y centelleantes que adornaban su cincelado rostro complementaban su nariz arqueada y sus labios fruncidos. En ese momento, sintió que haría cualquier cosa y todo por ese hombre.
—No te quedes ahí parada. Ven a sentarte.
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