—¡Así que eres tú! ¡Todo es culpa tuya! —exclamó el ladrón.
«Mi negocio, mi familia, todo lo que tenía ha desaparecido por culpa de esta mujer. ¡Ella debería morir! ¡Los dos deberían morir! Tenía una buena vida por delante, pero todo está arruinado por culpa de esta pareja. ¡Les haré pagar! ¡Ambos deberían sufrir en el infierno!», pensaba. El odio en sus ojos ardía con furia mientras se acercaba a Vivian paso a paso. Estaba preparado para apretar el gatillo en cualquier momento.
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