Cada palabra que Vivian decía tiraba de la fibra sensible de Finnick. Estaba conmovido, y se aferró a las manos de Vivian con fuerza. Durante muchos años, nadie le había creído, ni siquiera su abuelo. Aunque en general no le importaba la opinión de los demás, la de Vivian le importaba mucho. Le dolería mucho que ella también creyera que había abandonado a su entonces novia. Pero para su alivio, ella depositó su confianza en él por completo. Al mirar los ojos brillantes de Vivian, Finnick sintió una sensación de calidez en su corazón. Al mismo tiempo, una sonrisa irónica apareció en su rostro mientras decía:
—Pero Vivian, a veces ni yo mismo me lo creo.
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