Joan sonrió tanto como una flor floreciente. Oír una respuesta así del hombre que amaba la hacía sentir la mujer más afortunada de la Tierra. Estaba a punto de responderle cuando de repente sintió un dolor agudo en el bajo vientre. El dolor era tan intenso y repentino que Joan se sintió emboscada. Perdió el control y gritó en respuesta.
—¡Ah! —gritó Joan antes de agarrar la mano de Larry—. Larry, me duele el estómago. Me duele mucho. —Solo tardó unos segundos en formarse una capa de sudor en su frente. Todo eso demostraba el dolor que sentía.
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