Acababa de revisar los estados financieros. Pero aparte del flujo de caja, no pudo comprender mucho. «¿Dónde está su debilidad?», se preguntó; y para eso, contrató a George.
—Muy bien —acató George. Sonrió al recibir las cuentas. Pensó que era lo mismo trabajar en cualquier sitio. Ya que ahí le pagaban con creces, bien podía poner su empeño en ello. Después de hojear los documentos, no pudo evitar quedarse boquiabierto. Volviéndose hacia Lyna, comentó—: Es una empresa de primera.
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