—¿Estás bien? —preguntó Dustin en tono preocupado. Joan guardó silencio y sólo negó con la cabeza. Las lágrimas de dolor le nublaban la vista.
—Joan, ¿quién es? ¿No nos vas a presentar? —comentaron sus compañeras con entusiasmo. Dustin sabía que ella no estaba de humor para hacer esas galanterías, así que tomó la iniciativa y se presentó en su lugar. Después, le dio unas ligeras palmaditas en el hombro:
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