En ese momento, Joan no sabía qué responder. Quería decirle que existía la posibilidad de que volvieran a casarse, y esa posibilidad era enorme. Después de todo, el divorcio de entonces fue un accidente. Sin embargo, temía que una vez que dijera esas palabras, su hijo pensara que el matrimonio era sólo un juego.
—Está bien, mamá. No hace falta que me lo ocultes. He crecido. Lo entiendo.
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