Finnick se había dado cuenta de que su mujer intentaba reprimir la risa, y el hombre no pudo evitar soltar una carcajada al verla. Al notar que estaba a punto de quedarse atrás, se apresuró a seguirlos.
Vivian y Finnick prestaban mucha atención a los alrededores cada vez que entraban en un lugar desconocido. Entonces, el dueño del restaurante se acercó a ellos mientras confirmaban que no había nada peculiar en el lugar.
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