Ella no sabía cómo negarse después de oírle decir eso. Al fin y al cabo, era él quien sudaba la gota gorda para salvarlos. Solo pudo ocultar su rostro sonrojado y seguir aferrada a su cuello. Al verla acurrucada en sus brazos, él habló con una voz llena de culpa:
—Todo lo que ha pasado hoy es culpa mía, Vivian. Es porque no te he protegido lo suficiente. Te prometo que esto no volverá a ocurrir. Siempre te protegeré y te mantendré fuera de peligro.
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