—Bien, mi Calabacita. —Vivian lo abrazó, lamentando estar enfadada con él. «La culpa es mía por no haberle dado una familia completa, así que no tengo derecho a enfadarme con él».
Vivian sintió un nudo en la garganta, pero no quería llorar delante de su hijo, así que contuvo las lágrimas y dijo con una sonrisa:
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