Cada vez que no podía soportarlo y quería dejar claro a Evelyn que no la quería, ella le miraba con los ojos llorosos como si hubiera sido agraviada. También le preguntaba si le había caído mal por su discapacidad física. A veces, incluso rompía cosas para descargar su frustración.
Tras consultar con el médico, éste le dijo que tal vez no había aceptado del todo el hecho de que sus piernas estaban lisiadas. Por lo tanto, le dijo que la dejara salirse con la suya y que no le dijera cosas que no quería oír para no provocarla. De lo contrario, su estado empeoraría. Al pensar que él era la razón por la que Evelyn se puso así, Finnick no tuvo más remedio que aceptar el diagnóstico.
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