Amaneció y Vivian se levantó después de una buena noche de descanso. Se levantó media hora antes. Después de lavarse, encendió su ordenador portátil y empezó a escribir una carta de dimisión. No le importaba que la gente la tomara por una cobarde que solo huía de la situación, solo no podía seguir trabajando bajo las órdenes de Fabian.
Justo cuando estaba escribiendo con furia en el teclado, sonó su teléfono y el número del hospital apareció en la pantalla.
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