Sus dedos eran delgados, pero no eran bonitos debido a los enormes nudillos. Además, tenía una fina capa de callos en la palma de la mano, que no era algo que se viera en las manos de un individuo mimado.
Alexandra sintió que su cabeza se quedaba en blanco antes de que otro par de manos aparecieran en su cabeza. «Sí, ¡así es como recuerdo ese par de manos! Los dedos justos y delgados... Los enormes nudillos que parecían esculpidos en mármol... Las uñas tan suaves y brillantes». Alexandra se quedó tan sorprendida que se congeló en el acto.
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