Justo cuando Sebastián estaba regresando al avión, el rey se arrastró a sí mismo con el brazo roto para detenerlo.
—Se… Señor Junco, me gustaría preguntarle si mi hijo volverá algún día. —Parado frente a la gigantesca nave que no había visto antes, el rey echó un vistazo dentro, esperando encontrar a su hijo.
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