—¿Qué piensas hacer al respecto? —Demetrio se encontró de repente burlándose—. Déjame aclarar algo, Sheila. Uno, no estamos comprometidos. Que te cases conmigo es el único deseo de tu abuelo. Dos, tú fuiste la que la golpeó primero. Eso fue lo que provocó que ella tomara represalias de la misma manera. ¿No era de esperar que reaccionara así?
No había sentimentalismo en sus ojos. Su comportamiento dio un giro completo desde el momento en que la ayudó a levantarse y la revisó. Había desaparecido su gentileza y ahora había una especie de frialdad que la helaba hasta los huesos. Sheila ya no era capaz de reunir fuerzas para desahogarse.
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