—Estoy bien, no tienes que dármela. La necesitas más que yo. No quiero que te desmayes de nuevo. —Alexandra detuvo rápido a Sebastián cuando lo vio quitarse la chaqueta, pero a él no le pudo importar menos; puso su chaqueta sobre ella y se aseguró de cubrirla. Alexandra se quedó sin palabras cuando él hizo eso.
—¡Mami! Mira a esa mujer, se ve igual que yo cuando me pongo tu ropa. Solo su cabeza sale de ese gran abrigo. —La voz de un niño sonó crujiente y sonora en la plataforma. Todos los que escucharon se giraron a mirar a Alexandra.
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