—Tú...
El rostro de Jacinto enrojeció de agitación al escuchar las palabras de Sebastián. Sin embargo, no pudo rebatir lo que dijo Sebastián. De hecho, todos estos años, había implementado sus formas de entrenar al ejército en su familia. Y era obvio que Esteban pertenecía a la categoría en la que se le consideraba inútil.
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