«¿Qué voy a hacer? ¡Todavía no estoy lista para conocer a su padre! Además, esa escoria y yo acordamos que él sería quien me llevaría a ver a su padre. De esa manera, tendría más tiempo para hacerme más presentable para que cuando su padre vea que soy sincera, no esté tan enojado. ¡Ese fue el trato!». En su estado de pánico, Alexandra estaba a punto escabullirse y marcharse.
—Señorita Gavira, ¿a dónde va?
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