Era demasiado joven para saber tomar el ascensor y nadie se había molestado en ayudarla a bajar. Sin embargo, era muy perspicaz para su edad. Vio cómo se desarrollaba la escena y supo de inmediato que había gente mala intentando dañar a su padre. No iba a permitir que lo lastimaran.
Siguió llorando. Su pequeña cara estaba llena de lágrimas y los mocos le salían por la nariz. Cuando por fin vio los ojos de su padre, se ahogó y dejó de llorar. Miró al ascensor que había detrás de ella. En ese momento, la puerta del ascensor se abrió.
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