—Pequeño Juan, me refería al departamento donde están tus hermanos, no a la casa de Bahía Frontera. ¿Quieres ir para allá?
Al ver que el niño se negaba a hablarle, Alexandra le susurró al oído con toda intención esas palabras. Como era de esperar, acurrucado en los brazos de su madre, las largas pestañas del bribón parpadearon al escucharla. Sin embargo, volvió a cerrar los ojos de inmediato.
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