Pese a ello, Sebastián no sintió que le faltara algo a la habitación cuando vio un jarrón morado sobre el escritorio colocado a cierta distancia. En él florecían unos cuantos crisantemos. Las impresionantes flores eran como un rayo de luz en invierno e iluminaban todo el espacio.
«Esta mujer tiene muy buen gusto». Sebastián se quitó el abrigo. En un principio, pensaba pasar la noche sentado frente al escritorio. Se consideraba un hombre de gran importancia, digno y poderoso como para tocar la cama asquerosa en la que la mujer había dormido.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread