No obstante, Irma no pidió clemencia. En cambio, se mordió el labio y soportó el dolor. Al ver eso, su padre «Gilberto» se puso aún más lívido.
—¿Todavía tienes algo de valor, eh? ¡Continúa golpeándola sin contenerte! No sabía que fueras una persona tan despiadada como para intentar matar a tu propia hermana, Irma.
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