Viviana saltó al patio de la comisaría sin hacer ruido. Al mirar hacia arriba, vio una débil luz procedente de una habitación del segundo piso. Tragándose sus temores, subió al seguir la estela de Gael y se encontró en el despacho del forense. Un fuerte olor a formol invadió las fosas nasales de Viviana a su llegada. Se quedó atónita al ver al joven traspasado por un cadáver al que se le había practicado una autopsia.
—¿No es ese Javier?
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