Su rostro se puso pálido.
Al ver que se había lastimado sin dudarlo para salvar al niño, las palabras de Sebastián no habían sido tan severas como lo que hubiera expresado en otro momento. Quizás él tenía razón: ella no tenía derecho de ver a Juan porque ella ya lo había abandonado una vez. Si ella se presentara ante él como su madre y le dijera la verdad, ¿no le estaría haciendo más daño?
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