Media hora después, los dos partieron y se dirigieron al casino. Era un lugar con una apariencia intrigante, puesto que personas de todos los ámbitos de la vida se estaban reuniendo allí por diferentes motivos.
Tan pronto como Alexandra se bajó del auto, quedó estupefacta por el lujoso casino que estaba frente a ella, se podían ver todo tipo de vehículos de lujo estacionados en la entrada. Pero lo que más la tomó por sorpresa fue la puerta hecha de oro. «¡Dios! ¿Esto es una especie de mina de oro?». Mientras Alexandra tragaba saliva, escuchó a Leonardo preguntar:
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