Para cuando Lutus fue dado de alta del hospital de mascotas, en donde recibió algunas puntadas en su cabeza, ya casi era media noche.
Susana sostenía la correa de su perro e intentaba detener un taxi para ir a casa. Por desgracia, cuando los conductores se percataban de que eran dos jóvenes con un perro en esa hora tan inoportuna, ninguno de los conductores estuvo dispuestos a llevarlos.
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