—¿Sebastián? ¿Estás despierto? Necesito hablar contigo. —En realidad, Alexandra se resistía a volver a pisar el tercer piso porque cada vez que lo hacía, terminaban discutiendo.
Ni una sola vez pudieron hablar de manera tranquila. Pensando que su próxima conversación era seria y desagradable, se alejó un poco de la puerta de su habitación para mantener una distancia segura. Casi un minuto después, escuchó algunos ruidos procedentes del interior de la habitación. Luego, se oyeron pasos acercándose a la puerta.
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