—Sebastián...
«Este hombre se ve tan sombrío». En su rostro cincelado, cada línea y curva de su composición marcaba un gesto hostil y desconcertante. Entre sus cejas se notaban pliegues arrugados por su ceño fruncido. Una fuerte ráfaga de ira asesina emanaba de él. Su mirada temible proyectaba deseos oscuros, como querer despellejarla viva o aplastarla en mil pedazos. Sus ojos estallaban de furia.
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