Tatiana no dijo nada más y acabó quedándose dormida en el vuelo. Ya era de noche cuando aterrizaron en Jadeborough. Regina llevaba ya rato esperándolos ahí. Corrió hacia ellos muy rápido para saludarlos en cuanto los vio bajar del avión.
—¿Estás bien, Tatiana? ¿Cómo está el Señor Zendejas?
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