Para entonces, Jaime había empezado a sentir pánico. Sin embargo, sacó la llave de la habitación del hotel y abrió la puerta. No obstante, cuando la puerta se abrió, se dio cuenta de que Demetrio no se había movido, como si hubiera estado fundido a la silla. Jaime, que había vigilado a Demetrio ayer, estaba aún más preocupado.
«¿Qué vio en las imágenes de vigilancia? ¿Qué podía hacer que un hombre tranquilo y sosegado reaccionara así?», se preguntó si debía contarle esto a Sebastián.
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