Mientras tanto, Yulisa también estaba aturdida. Cuando vio la sangre que brotaba de la muñeca de Mateo. Su primer instinto fue ordenar a su hermana que lo salvara primero. Sin embargo, su mente se llenó de repente con la imagen de su hijo. Cerrando los ojos sin piedad, gritó:
―¡Penélope, tráeme la llave, rápido!
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