―Solo es un loco. No hay necesidad de sentirse tan triste. Después de todo, hay muchos tipos buenos por ahí.
Cuando Basilio vio eso, un destello de tristeza cruzó sus ojos. Vio algo que no quería ver. Sin embargo, de prisa recuperó la compostura. Levantando con suavidad la tetera que tenía delante, sirvió una taza de té para Alexandra.
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