Alexandra no sabía qué sentir ante aquel comentario. Recordó lo que el médico dijo antes y se sintió muy preocupada. Era como si algo la aplastara mientras estaba tumbada en la cama.
«Ocho años... ¿Por qué pasaron ocho años para rescatarlo? Y el médico me llamó bomba de relojería. ¿Qué significa eso?». Cuanto más pensaba Alexandra en ello, más abatida se sentía. Dio la vuelta a la manta y decidió tomar un vaso de agua. De repente, se le cayó el vaso y se rompió en pedazos. La expresión de Alexandra cambió. Le entró el pánico y miró en dirección al baño. Se agachó y quiso limpiar los trozos de vidrio antes de que él saliera. Pero en el momento en que se puso en cuclillas, el sonido del secador de cabello del baño se detuvo.
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