—¿Está el Señor Junco en casa? —preguntó Silvana con cuidado.
Todo el mundo en la Hacienda Oceánica la asustaba, incluso las sirvientas que venían a recibirla. Por lo tanto, puso una sonrisa halagadora y pidió conocer a Jacinto de manera educada. Por desgracia, las sirvientas la ignoraron. Al final, Olivia tuvo que salir a tratar con ella.
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