—¡Señor Juan! Por favor...
El contratista de la obra se sorprendió al verlo y estuvo a punto de pedirle a que volviera a subir. Sin embargo, el joven que había nacido con una cuchara de plata se limitó a quedarse parado unos segundos antes de arremangarse y agarrar el palo de madera que tenía al lado.
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