Mientras tanto, Alexandra había esperado a Edmundo durante todo un día en la montaña.
No tenía ni idea de lo que sucedía ahí abajo. Desde que se enteró por el viejo monje de que Edmundo se había dirigido a la base militar, se sintió ansiosa. Estaba preocupada no solo por la seguridad de Edmundo, sino también por el estado de Sebastián. Para su alivio, un auto por fin apareció en el horizonte.
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