Gael miró sin palabras a Viviana. Apretó los dientes y se inclinó hacia delante, tomándola en brazos. Viviana lanzó un grito de sorpresa y se apresuró a echarle los brazos al cuello, aferrándose a él con su vida. Tenía los ojos abiertos como platos.
«¿Qué demonios está haciendo?».
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