El rostro de Roxana palideció por un momento. No se atrevió a pronunciar otra palabra. Sacando la medicina y la inyección, la mujer empezó a tratar a Sabrina. Como resultado, mejoró mucho. Ya no estaba tan inquieta como antes, se sentó y descansó durante toda la mañana.
—Señorita Rodríguez, ¿por qué no almuerza hoy aquí? —preguntó Wendy con desgana.
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