—¿Y entonces?
—Entonces… —El rostro de Susana comenzó a arder porque se estaba sonrojando sin control—. Tus padres… no parecen tener un problema con ello, Juan. Me enteré de lo que te pasó. Lo lamento mucho; no sabía que mi madre te haría algo así. —De repente, sonó triste y con remordimiento.
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