—¡Cuidado! —advirtió Salomón.
Él iba hasta adelante, pero vio lo que ocurría, así que volteó de inmediato para rescatar a Alexandra. Sin embargo, en ese momento crucial, fue otro brazo el que agarró a Alexandra y la alejó del peligro. Después de asegurarse que estaba bien, pateó sin piedad al perro.
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