—Mami, no está muerto. ¡Te lo ruego, no dejes que le quiten el respirador! No, papá... —suplicó a sus padres con lágrimas que brotaban de sus ojos. La chica temblaba de pies a cabeza en ese instante.
Al ver la desesperación de Viviana, Sebastián y Alexandra se sintieron tan desconsolados que no se atrevieron a hacer nada. Por ello, volvieron a ponerle el respirador a Gael. En cuanto a los médicos y las enfermeras, ninguno se atrevió a entrar en la unidad de cuidados intensivos.
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