—Por cierto, tengo que darle las gracias. Si no me ayuda prestándome el dinero, no podría conseguir la pluma estilográfica de mi abuelo —le agradeció Susana, muy amable a Vicente.
De hecho, durante la subasta, el precio de la pluma estilográfica llegó a los cincuenta mil. El precio podría ser aún mayor si Susana no fuera descendiente de la Familia Loreto. Sin embargo, Susana no llevaba cincuenta mil. Al final, Vicente pagó por ella.
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